Editorial

¿Estamos preparados para la persecución?
(Graziano Crepaldi)

"Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Mateo 5:10)

En los últimos cinco años, la persecución de los seguidores de Cristo ha tenido lugar en aproximadamente 40 países, y la represión legal y la discriminación han tenido lugar en otras 30 naciones. La mejor estimación de la situación general es que, en total, 340 millones de cristianos en el mundo forman parte de grupos perseguidos en países donde la resistencia al evangelio incluye el encarcelamiento, las palizas, la tortura, la violencia colectiva y la muerte. ¡En 2020 unos 4761 cristianos han sido asesinados a causa de su fe y 4277 han sido arrestados mientras que 1710 fueron secuestrados! (Fuente: Open Doors) La crisis del covid-19 agravó la situación porque muchas personas se vieron obligadas a encerrarse en sus casas con sus perseguidores. En nuestro trabajo en el mundo, la persecución ha sido un reto muy presente, pero la idea de sufrir por el evangelio nos hace sentir a menudo muy incómodos. En general, nuestro deseo es estar seguros, cómodos, admirados y apreciados por la gente que nos rodea. Hemos visto que muchos creyentes no están preparados para el sufrimiento y algunos incluso han eliminado el concepto de persecución de su declaración de doctrina . Al prestar atención a lo que sucede a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que es necesario considerar lo que significa prepararnos para la persecución. Creemos que este es un tema importante para la iglesia de hoy (especialmente en Occidente) porque es un tema clave de la Biblia y es una enseñanza importante que Jesús dio para hacernos crecer como discípulos.

Jesús dijo a sus discípulos que debían esperar sufrir por seguirle. En Mateo 5:11-12 dijo: "grande es su recompensa en el cielo, benditos sean cuando los insulten, los persigan y digan falsamente toda clase de mal contra ustedes por causa mía. Alegrense y regocijence, porque del mismo modo persiguieron a los profetas que los precedieron". Por lo tanto, nuestro sufrimiento por causa de Cristo tiene como resultado nuestra gran recompensa en el cielo. Pablo también experimentó esto mismo y en Colosenses 1:24 escribió: "Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia."

Es importante aclarar que estamos hablando de persecución y sufrimiento por hacer lo correcto, no por las cosas impulsivas y tontas que uno pueda hacer. Tristemente, conocemos a muchos creyentes que sufren por no seguir las enseñanzas de Cristo y en su mayoría sufren por sus pecados, heridas y actitudes equivocadas. Los beneficios que vienen de nuestra respuesta apropiada al sufrimiento, por hacer lo que es correcto, son enormes. En Romanos 5:3-5 leemos: " Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. 3 Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; 4 la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. 5 Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado." Por lo tanto, Dios tiene buenas intenciones para nosotros en todo el sufrimiento que permite. Cooperemos con Él por nuestro propio bien y por el bien del Reino.

Debemos reflexionar sobre algunos pasajes bíblicos importantes para comprender mejor cómo ve Dios la persecución y cómo deberíamos verla nosotros también. En primer lugar, se trata de una hostilidad experimentada por parte del mundo a causa de nuestra identificación con Jesús e incluye sentimientos, actitudes, palabras y acciones agresivas. Sorprendentemente, Jesús dice en las Bienaventuranzas que la persecución es una bendición. También define la palabra para nosotros en Lucas 6:22 usando cuatro verbos. Dice: "Dichosos ustedes cuando los odien, cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien por causa del Hijo del hombre.". Nótese que es Jesús en tí la razón de la persecución. Desafortunadamente, muchas personas hoy en día, asumen que la persecución es irrelevante para nuestros días y es parte del pasado . Sin embargo, la Palabra de Dios enseña algo completamente diferente "de hecho, todo el que quiera vivir una vida piadosa en Cristo Jesús, será perseguido" (2 Tim. 3:12) y en la Biblia vemos 7 tipos diferentes de sufrimiento que enfrentaremos si queremos seguirlo...

Persecución por parte de nuestra propia carne

 La primera batalla que tenemos es contra nuestro propio yo que no siempre está dispuesto a seguir a Cristo. "Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma actitud; porque el que ha sufrido en el cuerpo ha roto con el pecado, De este modo,   viven el resto de su vida terrenal no satisfaciendo sus pasiones humanas, sino cumpliendo la voluntad de Dios". (1 Pedro 4:1-2). Se trata de la relación entre nuestro pecado personal y cómo nuestra obediencia afecta a nuestra respuesta a las dificultades. ¿Estamos preparados para la batalla? 1 Pedro 3:15 dice "... Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y respeto...". Lo que determina una victoria o una derrota en el sufrimiento experimentado por los creyentes es si permanecen fieles o no Mantenemos nuestro enfoque en Jesús y rendimos nuestra voluntad a Él. En 2 Cor. 5:17 leemos que " Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! ". Hemos nacido de nuevo, lo viejo ha desaparecido. Somos personas nuevas cuando nos salvamos. Esto no se debe a alguna elección que hagamos, es porque nuestro viejo yo muere cuando somos regenerados. Sin embargo, todavía tendemos a regresar a ese viejo yo. Nos sentimos atraídos por las viejas formas de pensar y vivir porque todavía vivimos en un mundo caído. Pablo compara esta lucha entre el viejo y el nuevo Yo, con el conflicto entre las dos esposas de Abraham, y los dos hijos nacidos a través de ellas. "En aquel tiempo el hijo nacido según la carne perseguía al hijo nacido por la fuerza del Espíritu. Lo mismo ocurre ahora". (Gálatas 4:29). Esta es la diferencia entre nacer en la esclavitud, por el esfuerzo humano, frente a nacer en la libertad, por la obra de Dios a través del Espíritu Santo.

¿Estamos preparados para morir a nosotros mismos, tomar la cruz y seguirle?

Persecución por parte de Satanás

En el Nuevo Testamento se explica claramente que "...no tenemos lucha contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este siglo, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes." (Efesios 6:12). Satanás intenta destruir la iglesia y oponerse al Reino de dos maneras: la primera es desde dentro y la segunda desde fuera. El método de Satanás para destruir la iglesia desde adentro se logra con la introducción de falsas enseñanzas. "...en los últimos tiempos algunos abandonarán la fe y seguirán a espíritus engañadores y cosas enseñadas por demonios". (1 Timoteo 4:1-2). Una segunda forma en que Satanás ha tratado de destruir la obra de la iglesia es por medio de la persecución. Desde el principio, él ha sido el perseguidor de la iglesia de Dios. Jesús dijo: " No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Te advierto que a algunos de ustedes el diablo los meterá en la cárcel para ponerlos a prueba, y sufrirán persecución durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida ". (Ap. 2:10).

¿Somos discípulos capaces y estamos dispuestos a luchar contra Satanás y sus estrategias?

Persecución por parte de nuestra propia familia

En Lucas 9:57-62 Jesús advierte de los posibles costos del discipulado, dice que debemos esperar la pérdida del respeto con los miembros de nuestra familia. Ellos no van a apreciar los cambios que hemos hecho en nuestras vidas. Todavía están ciegos porque Dios no ha quitado el velo que cubre sus percepciones espirituales. En Lucas 14:26-27 leemos que "Si alguien viene a mí (Jesús) y no odia a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo". En estos versículos vemos que los miembros de la familia de los nuevos conversos no aceptaron amablemente los cambios que habían entrado en sus vidas y los discípulos pronto se encontraron viviendo con enemigos en sus hogares. Las palabras de Jesús no fomentan el odio hacia nuestra familia, sino que nos llevan a comprender las verdaderas prioridades del Reino.

¿Estamos dispuestos a permanecer fieles a Cristo cuando nuestra familia nos rechace?

Persecución por parte del sistema religioso

Los retos a los que se enfrentó Jesús al difundir el Evangelio procedían principalmente de los líderes religiosos. En Lucas 13:14 leemos: "Indignado porque Jesús había curado en sábado, el jefe de la sinagoga dijo a la gente: Hay seis días para trabajar. Vengan, pues, a curarse en esos días, no en el sábado". Mientras que la mujer y la gente común responden al milagro positivamente y "glorifican a Dios" (vs. 13), el gobernante responde con "indignación". Jesús se opuso a menudo a los líderes religiosos porque impedían que otros entraran en el Reino (Lucas 11:52). El Hijo de Dios fue cuestionado sobre su identidad, su autoridad, sus enseñanzas y su estilo de vida. La naturaleza de Satanás es oponerse a Dios, por lo que cuanto mayor sea la obra y más glorifique a Dios, mayor será la oposición de Satanás. Algunas de las persecuciones más severas experimentadas por los discípulos de Jesús han venido de otros "cristianos" que se levantan indignados. Satanás envía a sus demonios a infiltrarse y corromper las iglesias para tratar de destruir al pueblo de Dios desde dentro (2 Corintios 11:13-15). Pero Cristo dice: "Edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18). Por eso la persecución nos hace apreciar la verdadera iglesia (Ekklesia). La persecución impulsó a Pedro y a Juan a estrechar lazos con otros creyentes. Hechos 4:23 nos dice exactamente lo que hicieron tan pronto como fueron amenazados: "Cuando fueron liberados, fueron a sus propios compañeros y les informaron de todo lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho." El sufrimiento une a los creyentes, los fortalece y les da un sentido de unidad. ¿Formamos parte de una comunidad libre de espíritus religiosos? ¿Son tus amigos cristianos verdaderos amigos del Reino?

Persecución por parte del gobierno y de las personas con autoridad

El año 2020 podría llegar a considerarse como un punto de inflexión en la historia. La respuesta del Gobierno a una emergencia de salud pública ha sido la restricción de la libertad individual. La policía ha recibido nuevos y amplios poderes para detener a las personas que crean que pueden ser infecciosas. Estas nuevas leyes se han utilizado para atacar a los cristianos y a otros grupos minoritarios, que sufren por la combinación de nacionalismo religioso/étnico, a veces a manos del Estado. La violencia y la discriminación contra los grupos religiosos minoritarios están presentes en muchas naciones del mundo. En el nuevo testamento, los discípulos, después de conocer a Cristo, comenzaron a establecer nuevos límites. Esto significa que ya no participarían en funciones paganas, así como cívicas, que eran prácticas ordinarias de una sociedad romana o griega. En Hechos, Lucas describe la experiencia de Pablo en el camino a Damasco cuando Cristo le llama: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?". (Hechos 9:4). Pocos versículos antes, escribe: "Entonces Saulo, respirando todavía amenazas y asesinatos contra los discípulos del Señor, fué al sumo sacerdote". Pablo había abusado física y psicológicamente de los miembros de la iglesia, pero Cristo considera que cualquier ataque contra su iglesia es un ataque contra él mismo. En Mateo 10:19 está escrito: "Pero, cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo. En ese momento se les dará lo que han de decir,..." Por lo tanto, no debemos tener miedo y seguir confiando en la dirección de Dios en tiempos de necesidad.

¿Vivimos en un compromiso con el espíritu que gobierna este mundo? ¿Tenemos miedo de exponernos por nuestra fe en Cristo?

Persecución física

Jesús nos prometió que el mundo nos trataría como lo trató a él (Juan 15:20), pero algunos cristianos enseñan que los seguidores de Jesús no deben sufrir ni enfermarse. Los discípulos de Jesús sí se enferman y pueden experimentar golpes por su fe. La redención de Cristo en la cruz no significa que no vayamos a sufrir, sino que nos equipa para afrontar el sufrimiento. "pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor. 12:9-10). En nuestro sufrimiento, tenemos esperanza porque sabemos que nuestro sufrimiento es breve y nuestras bendiciones en el cielo son eternas (2 Cor. 4:16-18).

¿Vemos la persecución física (como hizo Pablo en Filipenses 1:29) como un privilegio?

Martirio

El diccionario define a un mártir como "una persona que es asesinada a causa de sus creencias religiosas o de otro tipo". La palabra mártir viene del griego original "martur", que significa simplemente "testigo". La razón por la que esta palabra se convirtió en sinónimo de morir por las propias creencias religiosas es que los primeros testigos cristianos fueron a menudo perseguidos y/o asesinados por su testimonio. Y oí una voz del cielo que decía: "Escribe: "¡Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor de ahora en adelante!". "Sí", dice el Espíritu, "para que descansen de sus trabajos, porque sus obras siguen con ellos" (Ap. 14:13). Dios no llama a todos a hacer el máximo sacrificio, pero la Biblia llama a todos los seguidores de Cristo a estar preparados para las dificultades. Estamos en un estado de "guerra" (Efesios 6:12-20), y nuestro Señor puede llamar a cualquiera de nosotros a dar testimonio e incluso a ser martirizados por nuestra fe. Por lo tanto, ¡debemos estar preparados!

¿Estamos preparados para perder nuestra vida por causa de Jesús (Mateo 10:39) y encontrar una nueva vida en el reino?

Cómo prepararse para la realidad del sufrimiento.

Tenemos que examinar nuestro propio corazón y nuestro amor por Dios. En estos 30 años de mi viaje de fe, he tenido el privilegio de experimentar los primeros 6 niveles de persecución que les he descrito en este artículo y no ha sido fácil mantener una actitud positiva en medio de las dificultades, pero Jesús siempre me ha ayudado y rescatado. No tenemos que cultivar el estoicismo (no buscamos la persecución y no provocamos a la gente) ni el ascetismo (escondernos del mundo por miedo), sino centrarnos en "el valor superlativo de conocer a Cristo Jesús (Fil. 3:8), que es mejor y más valioso, que cualquier cosa que perdamos por seguirle". Tenemos que compartir el Evangelio del Reino y hacer discípulos como lo hizo Jesús (dejando claro el coste de seguirle (Lucas 9:57-62). Estamos ofreciendo a Jesús, no una vida cómoda, y Jesús realmente es mejor que todas las cosas buenas de este mundo combinadas. Es el poder del Espíritu Santo el que atrae a la gente a Jesús, no nuestro mensaje "convincente". Por lo tanto, necesitamos mucha sabiduría para manejar las situaciones difíciles que se nos presentarán. Es importante incluir bien el tema del sufrimiento en nuestro seguimiento con los nuevos creyentes para que no les sorprenda ni les coja desprevenidos el sufrimiento (1 Pedro 4:12). Estamos llamados a amar a nuestros perseguidores y a orar por ellos (Mt. 5:43-47) renunciando a cualquier intención de venganza (Rom.12:14-21). Todo sufrimiento es temporal. No vale la pena compararlo con la gloria que nos espera (2 Cor. 4:16). Estamos seguros de que, en su gloria, todo dolor y sufrimiento desaparecerán para siempre (Ap. 21:4).